“Jugar a ser”
Eduardo Sigler Islas.
Al igual que el autor, considero
que ha sido ignorada dentro de la escuela primaria aquella actividad, conocida
como juego dramático; inclusive, se desconoce los beneficios posibles a
alcanzar con su ejercicio periódico. Y la verdad es que para los niños y para
los adultos, el juego dramático adquiere diferentes significados. Para los
niños, el juego dramático es parte de su naturaleza, es una forma de cómo
conoce, prueba y explora un mundo nuevo.
A través de este medio se pone a
prueba el mundo real y su imaginación. Juega con papeles (rol social), juega
con situaciones, prueba sus instrumentos expresivos, se comunica de maneras
diferentes con otros niños. En pocas palabras, el niño construye universos
propios, se transforma en seres que le atraen, se enfrenta a sus miedos, y de
esta forma se encuentra en constante movimiento entre lo imaginario y lo real. Pero
el adulto está acostumbrado a imponer sus decisiones ya que buscan el bienestar
del niño y el logro de metas y propósitos propios del adulto pero totalmente
ajenas al infante.
De esta forma, el juego dramático
es convertido en literatura, danza, música y teatro hecho, revisado y aprobado
por los adultos para el consumo de los niños. Evidentemente, como señala el
autor, es el mundo de los adultos disfrazado de niño. Ahora bien, esto no
significa que debemos rechazar este mundo y evitar que los niños incursionen en
él, si el niño se interesa y motiva no habrá problema, lo malo es arrebatarlo
despóticamente del juego dramático y trasladarlo a un mundo que no le interesa
o para el cual aún no se encuentra preparado cognitiva, motriz y afectivamente.
Regresando al juego dramático, se
caracteriza por su espontaneidad, la creatividad, la reordenación de signos y
la exploración de lenguajes, y todo esto se logra con el menor estímulo.
Además, el juego genera comunión social, compromete sin formalismo, inspira en
busca de nuevas posibilidades, se adecuan a la situación creada e imaginada,
por lo que no existen errores. Se acuerdan reglas y convenciones en el corazón
mismo del suceso dramático.
El papel del maestro.
Como promotor y animador del juego dramático.
Él debe provocar las situaciones que conducen al
juego dramático.
Debe propiciar el ambiente lúdico.
Debe motivar la participación colectiva.
Debe ser el árbitro, recogiendo consensos,
atenuando disputas y haciendo que se acaten las reglas que se van creando.
Debe aportar materiales.
Determina el fin del juego.
Deberá invitar a reflexionar colectivamente las
experiencias.
Motiva el traslado del juego a otros medios de
expresión: danza, música, literatura y artes plásticas.
Condiciones para el juego.
Un espacio de confianza para el niño.
Ejercicios de calentamiento para preparar los
instrumentos expresivos, se logra a través de juegos breves dirigidos.
Participación colectiva, inicialmente se hará
una lluvia de ideas para elegir el tema del juego: tiempo-espacio, personajes y
acciones. El maestro también propone.
Que se trabaje sobre dos o más temas,
integrándose grupos según su preferencia.
Puede utilizarse muñecos, mascaras y disfraces.
Por lo que es necesario contar con diversos materiales y elementos.
Y forzosamente, durante todo el juego, una
actitud positiva y alegre por la actividad.
Por Alejandro Valdés Hernández.
3º “C” Licenciatura de Primaria.
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